Hay momentos que quedan grabados para siempre en el corazón de una hermandad. La tarde del pasado sábado 29 de marzo de 2025, en el teatro Serrano de Gandía fue uno de ellos. Desde estas líneas queremos expresar nuestro más profundo y sincero agradecimiento a todas las personas que nos acompañaron y llenaron el teatro hasta la última butaca.
Pero no solo queremos dar las gracias por haberlo llenado físicamente, sino por lo que eso simbolizó. Lo que vivimos esa tarde fue mucho más que un evento: fue un verdadero encuentro de almas, un acto de comunión fraternal que desbordó emoción, compromiso y orgullo compartido.
Queremos también expresar nuestro especial agradecimiento a los miembros de la Corporación Municipal por su asistencia y participación, demostrando con su presencia el apoyo institucional a la vida cultural y religiosa de nuestra ciudad. Del mismo modo, agradecemos profundamente a las hermandades y a la Junta Mayor de Hermandades de la Semana Santa de Gandía que se interesaron por nuestro proyecto y quisieron acompañarnos en este día tan especial, respaldando con su cercanía y afecto esta iniciativa que sentimos tan nuestra.
No podemos cerrar este agradecimiento sin dedicar un lugar de honor a quienes han sido parte esencial de Increscendo. Las bandas y coros que participaron hicieron posible este proyecto con su generosidad, compromiso y entrega desinteresada.
Gracias al Cor de l’A.E.M. “La Nova” d’Ollería, a la Coral A.M. Santa Cecília d’Ador, a la Coral Renaixença de Villalonga, al Cor Sant Blai de Potries, al Cor de la Societat Musical de Benirredrà, a la A.M. Santa Cecília d’Ador y a la A.M. La Pietat d’Oliva. Habéis sido el alma sonora de esta jornada, y vuestro arte ha resonado más allá del escenario.
Increscendo nació con una finalidad muy concreta: recaudar fondos para el bordado del manto de la Virgen de la Sangre. Gracias por poner vuestro talento y entrega incondicional. Gracias por creer en este proyecto como propio.
Sin vosotros, Increscendo no habría sido lo que fue: una tarde para la historia.
Cada aplauso, cada mirada cómplice, cada gesto de apoyo… fueron una prueba palpable de que la Hermandad no es solo una institución: es una familia. Una familia que crece, que se une, que camina junta. Una familia que, cuando se reúne, genera una energía difícil de describir pero imposible de ignorar.
El teatro se convirtió en un templo de hermandad, donde se respiraba unidad, entrega y amor por nuestras tradiciones. La fuerza de ese sentimiento colectivo fue tan poderosa que traspasó el escenario y se quedó flotando en el aire, dejando huella en todos los que estuvimos allí presentes.
Cuando empezó a sonar la primera canción del concierto, Ecce-Homo de Miguel Vercher, se sintió la proximidad de la Semana Santa y la sensación de que estábamos viviendo una tarde grande en la historia de la Hermandad. Una vibración distinta recorrió el ambiente, como si nuestra canción activara algo muy profundo dentro de cada uno de nosotros. Fue el inicio de una experiencia emocional que nos acompañará durante mucho tiempo.
Queremos agradecer a los hermanos, amigos, familiares y simpatizantes. A quienes llevan años caminando a nuestro lado, y también a quienes se han unido recientemente a este viaje. A quienes participaron activamente en la preparación del acto, a quienes trabajaron entre bambalinas, y a quienes simplemente vinieron a disfrutar, pero cuya presencia fue imprescindible.
Gracias por demostrar que cuando una hermandad se une de verdad, es capaz de alcanzar lo extraordinario. Gracias por llenar no solo un teatro, sino nuestros corazones. Gracias por recordarnos que cuando caminamos juntos, no hay límites para lo que podemos lograr.
Seguiremos caminando con la misma ilusión, sabiendo que, con vuestro apoyo, cada paso vale la pena. Esta hermandad no se detiene, porque está viva, vibrante, y profundamente agradecida.
De corazón, gracias.
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