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El Paso del Santísimo Ecce Homo, obra del escultor Vicente Gerique Chust , data de los años 1952-53 y fue adquirido por un importe de 100.000 Pts. Está constituido por un grupo de cuatro figuras (de 160 cms. de altura): Jesús, Pilato, un centurión y un esclavo.
A primera vista queda ya de manifiesto el intento jerarquizador. Jesús ocupa el lugar central de la escena. Aparece de pie, mal cubierto por una túnica blanca, la que para burla y mofa le puso Herodes; desnudo el torso, coronado de espinas, con una caña por cetro en las manos. Responde, pues, a una tipología convencional que aglutina temas como «Jesús ante Pilato», «Pilato muestra a Jesús», «la Sentencia», «el Juicio», …
En un ángulo del primer plano un centurión, ataviado con la típica indumentaria militar romana, la thoracata , (peto y coraza) y el casco, representando sin duda la autoridad de Roma, usurpa protagonismo a Pilato, cuya figura -sedente- cierra el plano posterior y actualiza el lavatorio de manos que relatan los Evangelios: acaba desentendiéndose de toda responsabilidad en el juicio a Jesús: «Inocente soy yo de la sangre de este justo» (Mat., 27, 24).
Esta jerarquización dispositiva acaba en la figura del esclavo -negro- que, de cuclillas, sostiene jofaina y toalla para que Pilato lave y seque su cobardía.
Una atmósfera de realismo impregna la escena. El escultor supo captar la impresión de momentaneidad , y al mismo tiempo el detallismo .
Gran importancia cobra en el conjunto la expresividad : Cristo aparece ante el público lleno de humanidad, sereno, resignado, consciente de que nada puede esperar de un pretor pusilánime. Por su parte Pilato es la indecisión hecha talla: irresoluto y perplejo, timorato y apocado. Diferente es el papel que cumple la figura del centurión, algo desproporcionada en aspavientos y gestos y -por supuesto- inventada. En este punto coinciden los cuatro evangelistas: es Pilato quien presenta a Cristo ante la turbamulta y pronuncia el «Ecce-Homo»; es Pilato el que increpa al populacho pidiendo que le aclaren el supuesto delito; es Pilato el que -en su indecisión- invita a que se le juzgue con arreglo a las leyes del pueblo judío y el que confiesa que no halla delito alguno en Jesús. ¿Quiso plasmar el autor esta pusilanimidad pretoriana en ese Centurión, personaje-fantoche que le suplanta?