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El Santísimo Ecce Homo es una cofradía con honda raigambre en la ciudad, con devoción confirmada ya en el pasado siglo. Crónicas de la mayor solvencia dan como hecho probado la popular devoción al Ecce Homo en el barrio del Arrabal de Gandia, allá por las últimas décadas del siglo XIX.
Todavía hoy una hornacina de azulejos proclama en la calle de l’Algepseria la veracidad de tales testimonios.
La veneración del Ecce-Homo es antiquísima en Gandia y cuenta con antecedentes iconográficos al menos desde el siglo XV. Ahora bien, esta devoción, confirmada también en otras localidades no muy distantes de Gandia (Alberique, Bélgida, Benimeli, Olleria, Pego, Játiva….), guarda relación directa con otra paralela: la de la Preciosísima Sangre de Cristo, devoción difundida en el siglo XVI por el «Beato Patriarca» (San Juan de Ribera) a fin de atraer a los moriscos a la Fe cristiana.
La imagen que materializaba esta devoción en el Arrabal era un pequeño icono, conocido popularmente como Ecciamo y también como Ecciamet, que despertaba gran veneración entre els llauradors (labradores) de la calle de l’Algepseria ( antigua calle de la Parra), y que suscitaba animadas fiestas anuales durante el mes de agosto. Este fervor popular se canalizaría primero mediante una Comisión de Fiestas que derivaría más tarde en piadosa asociación, de suerte que entre 1873 y 1880 se constituye ya una Cofradía del Ecce-Homo, integrada por aquellos llauradors y también por miembros del estamento jurídico, antiguos alumnos -en su mayor parte- de las Escuelas Pías, que encontraban en el juicio que Pilato hace a Jesús una advocación lógica para su gremio.
La Cofradía debió tener como imagen titular la del Ecce-Homo que se guardaba en la iglesia de las Escuelas Pías y que quedaría destruida en 1936.